Artículo de opinión "Salas vacías"
Ya son muchas las salas vacías que un servidor ha presenciado a lo largo de los años, especialmente este último lustro. Los artistas no ganan dinero de sus trabajos musicales o ganan muy poco, y la única vía para conseguir una compensación económica son los directos pero ¿Qué ocurre cuando el artista invierte sin recuperar ni un mínimo simbólico?
Aunque nuestra ambición no sea hacernos ricos, si pretendemos grabar una maqueta o un disco autoeditado, promocionarlo y venderlo necesitamos el apoyo de la gente que siga nuestra trayectoria. Fichando por un sello discográfico las cosas no van mucho mejor, y es que al margen de la poca libertad que esto supone, el tanto por ciento que recibe el artista es ridículo en comparación al porcentaje que se lleva al bolsillo la discográfica. Muchos artistas han tenido que recurrir al famoso método del crowdfunding, que consiste en abrir una cuenta en la que los seguidores depositen un donativo para que el cantante o el grupo pueda financiarse el disco. La mayoría de la gente no llega a la cifra estimada para que su proyecto pueda ver la luz, aunque hay algunos casos en los que la cantidad recibida ha superado con creces lo esperado, como es el caso del Chojín.
En la era de Internet el formato físico desaparece de forma progresiva debido a que la gente es capaz de descargar infinidad de archivos de música con un simple click. Nada le gana la competencia a lo gratuito. Esta evolución o “involución” de la industria obliga a los artistas de cualquier estilo musical a sacarse las castañas del fuego a través de sus conciertos. Además de la gente de nuestro círculo cerrado y un escaso número de fans fieles, el resto no se tomará la molestia de comprar nuestro CD cuando puede tenerlo por coste 0, lo que es una verdadera lástima, pues para que algo funcione hace falta echarle billetes. La imperiosa necesidad de una adaptación deriva en que muchos prefieran colgar su trabajo en libre descarga directamente, intentando así que lo escuche la mayor cantidad de personas posibles para así conseguir vender más entradas en sus conciertos. Otros, optan por incluir regalos con la compra de sus disco, como camisetas, posters, entradas, etc.
Llegamos entonces a la conclusión de que es a través de los conciertos donde se puede obtener algún tipo de compensación económica por el tiempo, el esfuerzo y el propio dinero invertido. Partimos de la base de que, en salas de renombre, amplias y con buen sonido, exigen un mínimo de entradas vendidas con anticipación o incluso un porcentaje que se paga por adelantado para poder reservar el local. Una vez lo damos por sentado, nos percatamos de que no hablamos de que el artista gane dinero, sino de que pueda llegar a recuperarlo. También existen excepciones, ya que hay artistas que cobran un caché de hasta 2.000 euros por bolo, pero lo cierto es que es un sector muy monopolizado, y los nuevos que intentan asomar la cabeza lo tienen bastante complicado por la falta de oportunidades.
Hace poco estaba hablando de este tema con un amigo y me propuso una idea interesante, me dijo: “¿Y si se cobrase por CDs y los conciertos fuesen gratuitos?”. Me pilló un poco por sorpresa y no supe muy bien a donde quería llegar, pero pronto descarté esa utopía. Aunque los conciertos fuesen gratuitos la gente seguiría sin comprar CDs, porque ya ni siquiera se reproducen. La gente tiene su música en el ordenador, en su móvil, en su iPhone… el formato se queda anticuado y el CD pasa a ser un gasto simbólico, una pieza de coleccionista para los seguidores más comprometidos. También hay que tener en cuenta que, quien se toma la molestia de comprar un trabajo de su grupo preferido, también es probable que vaya a su concierto, por el simple hecho de que se sabe las letras y las quiere cantar en directo. En resumidas cuentas, hay que apoyar un poco más a quienes creamos que lo merezcan, porque de lo contrario esto se estanca. Hay conciertos prácticamente regalados como para ver salas casi vacías del todo, así que preocupaos, informaos e invertid en la música que os dá la vida, que no cuesta tanto. Gracias.
Escrito por Manuel Arias.
@ManudoCapo
Llegamos entonces a la conclusión de que es a través de los conciertos donde se puede obtener algún tipo de compensación económica por el tiempo, el esfuerzo y el propio dinero invertido. Partimos de la base de que, en salas de renombre, amplias y con buen sonido, exigen un mínimo de entradas vendidas con anticipación o incluso un porcentaje que se paga por adelantado para poder reservar el local. Una vez lo damos por sentado, nos percatamos de que no hablamos de que el artista gane dinero, sino de que pueda llegar a recuperarlo. También existen excepciones, ya que hay artistas que cobran un caché de hasta 2.000 euros por bolo, pero lo cierto es que es un sector muy monopolizado, y los nuevos que intentan asomar la cabeza lo tienen bastante complicado por la falta de oportunidades.
Hace poco estaba hablando de este tema con un amigo y me propuso una idea interesante, me dijo: “¿Y si se cobrase por CDs y los conciertos fuesen gratuitos?”. Me pilló un poco por sorpresa y no supe muy bien a donde quería llegar, pero pronto descarté esa utopía. Aunque los conciertos fuesen gratuitos la gente seguiría sin comprar CDs, porque ya ni siquiera se reproducen. La gente tiene su música en el ordenador, en su móvil, en su iPhone… el formato se queda anticuado y el CD pasa a ser un gasto simbólico, una pieza de coleccionista para los seguidores más comprometidos. También hay que tener en cuenta que, quien se toma la molestia de comprar un trabajo de su grupo preferido, también es probable que vaya a su concierto, por el simple hecho de que se sabe las letras y las quiere cantar en directo. En resumidas cuentas, hay que apoyar un poco más a quienes creamos que lo merezcan, porque de lo contrario esto se estanca. Hay conciertos prácticamente regalados como para ver salas casi vacías del todo, así que preocupaos, informaos e invertid en la música que os dá la vida, que no cuesta tanto. Gracias.
Escrito por Manuel Arias.
@ManudoCapo
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